Principales amenazas

Probablemente uno de los factores que de manera determinante condiciona el estado de conservación de los valores de nuestros espacios naturales es la falta de gestión de las fincas. Allá donde nadie tiene cuidado de los derrumbes, donde el garriguer ya no está por levantar o rehacer los cercados es donde ahora mismo los excursionistas andan, por parajes que no hacen tantos años eran el lugar de trabajo de labradores, carboneros, calcineros y toda casta de trabajadores que modelaron el paisaje para dar vida a un espacio que les devolvía el esfuerzo en forma de frutos y beneficios.

Esta gestión montañosa es la misma que se cuidaba de la biodiversidad, aunque fuera de manera inconsciente, y luchaba para evitar cualquier fuego descontrolado en el bosque. Así, había un equilibrio relativo entre la explotación de los recursos y la conservación del espacio. Pero ahora mismo la Serra empieza a ser más una imagen de postal (que se va degradando paso a paso) que no un entorno vivo y equilibrado.

Es por todo esto que necesitamos volver a dar vida a la sierra con una gestión eficiente y rentable para que los visitantes la puedan disfrutar, la industria turística la pueda valorar en su justa medida (participando de manera activa de su conservación) y que todo el que tenga un pedacito de la Tramuntana pueda disponer de incentivos y apoyos para que la gestión de la sierra no continúe siendo una quimera.

El caso de la Montaña del Buitre no es una excepción. La desaparición de las actividades económicas tradicionales a la Sierra de Tramuntana aconteció en un abandono del manejo del medio natural. Esta carencia de gestión supone una debilidad y potencia las amenazas (tanto de carácter natural como de origen humano) que afectan nuestro entorno. Se ponen en peligro la biodiversidad, los valores paisajísticos, el patrimonio arquitectónico singular y las actividades tradicionales.

Así, la falta de gestión silvícola favorece que los pies de encina se multipliquen como clones, lo que supone una baja diversidad genética y que implica una competencia entre ellos por la luz, el agua y los nutrientes. En definitiva, alimenta un proceso de debilitamiento del encinar que hay que revertir si queremos que el bosque recupere su vitalidad.

Otros factores agravan la situación: la carencia de recursos hídricos (ausencia de puntos de agua para aves o insectos y estrés hídrico a la vegetación); la presión de la cabra asilvestrada sobre las comunidades vegetales (el abandono de las guardas y la carencia de un depredador natural ha conducido a una superpoblación y una sobrepastoreo que hace desaparecer las especies arbustivas de sotobosque y afecta incluso a los árboles de medida pequeña); la afección generalizada del taladro de la encina Cerambyx cerdo y otras potenciales plagas como por ejemplo el coleóptero Tomicus piniperda o el hongo Biscogniausia mediterranea (todos ellos oportunistas que aprovechan el mal estado de los árboles; no serían un problema en un bosque sano).

Por otro lado, el intenso uso público en la Serra genera una serie de impactos como por ejemplo basuras, bullicio, acampada o fuegos incontrolados. Paradójicamente, el tránsito incontrolado y en masa puede acontecer en una amenaza tanto por el medio natural como para la misma actividad senderista, por culpa de la masificación y la consecuente pérdida en la calidad de la experiencia.

Los valores paisajísticos y el patrimonio arquitectónico singular constituyen uno de los principales motivos de atracción para el senderista y están ligados directamente a la economía turística. La carencia de un uso y conservación de determinadas infraestructuras y construcciones (como por ejemplo casetas o fuentes) ha significado su gradual deterioro. Agravado este por factores naturales (como la caída de rayos o la erosión) o por la acción vandálica de visitantes irrespetuosos (todos somos testigos de la continuada degradación de casetas, cisternas o miradores donde los efectos nos acaban privando a todos de un cobijo en caso de lluvia, un vaso de agua fresquita o una segura atalaya desde donde disfrutar de las vistas).

Todo esto, hace que sea necesario establecer un modelo de gestión que revierta la situación de degradación e incentive la preservación de los valores naturales y culturales, compatibilizándolo con la actividad senderista de mallorquines y foráneos.

© Associació Muntanya del Voltor. 2016.